Cuando llegas a Luang Prabang cuatro sensaciones despertarán tu curiosidad. La primera es una gran paz que te acompañará durante toda la estancia. La segunda sensación es sentirte observado pero a diferencia de otras capitales asiáticas que han descubierto el turismo es que no intentan imitar a sus visitantes, mantienen intacta su inocencia. La tercera es la percepción de una gran espiritualidad tolerante con otras formas de vida, una religiosidad comprensiva (…. más de uno tendría que analizar su “religiosidad” para entender al prójimo ). Y la cuarta es la felicidad que transmiten los niños que juegan por la calle así como la población en general. Se han acostumbrado a vivir modestamente, sin grandes lujos y eso les permite sonreir y aceptar lo que viene disfrutando con armonia el momento.
Fue la antigua capital de Laos hasta 1975 y se encuentra al norte del país, en el cruce de los ríos Mekong y Nam Kane. Cientos de templos y pagodas salpican la ciudad (Wat Sieng Thong, Wat Mai, Wat Manorom, Wat That… etc) y las túnicas de los monjes tiñen de naranja las calles. No dejes de visitar el antiguo palacio real (ahora convertido en museo dónde encontrarás vestidos y otros objetos de la familia real ), la colina sagrada de Phu Si por las escaleras llenas de miradores, y las cuevas de Pak Ou después de dar un paseito en barco por el Mekong.
RECOMENDACIONES
- Si te decides a visitar las cuevas de Pak Ou, de camino hay un pueblecito que se llama Sang Hai Village. Hacen whisky de arroz
- La colina Phu Shi es de tan sólo 100m de altura. Hay varias rutas para llegar hasta la cima, pero por la más turística de ellas, la que está justo enfrente del museo del antiguo Palacio, podrás ver una panorámica preciosa de la ciudad.
CURIOSIDADES
- La cocina laosiana está preparada con mucha verdura, pollo y especies. El pescado del Mekong es protagonista de muchos platos aunque tiene un sabor muy fuerte.
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